La UE tiene previsto utilizar sus potentes leyes sobre productos químicos para restringir la presencia de microplásticos en los productos de consumo. Sin embargo, a los grupos ambientalistas les preocupa que las lagunas de la propuesta actual puedan diluir sus efectos.
Bajo el océano de pajas, vasos y botellas desechables que se convirtieron en el símbolo de los plásticos de un solo uso, los microplásticos representan una amenaza oculta para las personas y la naturaleza. Según la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), 36.000 toneladas de microplásticos añadidos de forma intencionada en los productos de consumo se filtran al medio ambiente cada año. Una vez liberadas en el aire, las corrientes de agua y el suelo, estas partículas son imposibles de eliminar y pueden durar miles de años. La escala del problema es dramática: seis veces el tamaño de la gran mancha de basura del Pacífico, o la contaminación generada por 10.000 millones de botellas de plástico, dice la ECHA.
Debido a su pequeño tamaño, hasta el rango nano, los microplásticos son fácilmente ingeridos por la fauna silvestre y transferidos a lo largo de las cadenas alimenticias. Estudios recientes los encontraron en el 90% de la sal de mesa vendida en todo el mundo, así como en más del 90% del agua embotellada, lo que llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a anunciar una revisión de la salud.
Los microplásticos también transportan otros contaminantes ambientales, explica Tatiana Santos, experta en productos químicos de la Oficina Europea de Medio Ambiente (EEB): «Los micro y nanoplásticos, como muchos tipos de plástico, contienen aditivos químicos dañinos que pueden migrar fácilmente a los alimentos y bebidas.»
Contaminación fuera de control
A principios de este año, la ECHA publicó datos científicos que demuestran que la contaminación por microplásticos está fuera de control y constituye un grave riesgo para nuestro medio ambiente. La agencia concluyó que es necesario restringir los ingredientes microplásticos bajo REACH, el conjunto de leyes químicas más estrictas del mundo, y emitió una propuesta que podría reducir las emisiones de microplásticos en unas 400.000 toneladas en 20 años.
Esta propuesta de restricción forma parte de una serie de acciones para frenar la contaminación plástica en el marco de la Estrategia Europea del Plástico, y ha sido muy bien acogida por los grupos ecologistas como un importante paso adelante.
Los periodos de transición para la industria y la exención de los plásticos biodegradables centran las críticas de las ONG a la propuesta
Sin embargo, su impacto podría verse diluido por retrasos innecesarios en la mayoría de los sectores industriales y por la exclusión de algunos polímeros biodegradables, advirtieron las organizaciones ambientalistas en una carta conjunta dirigida a los ministros europeos de medio ambiente. La carta fue firmada conjuntamente por más de treinta ONG, incluida la EEB, en coordinación con la alianza Rethink Plastic y el movimiento mundial Break Free From Plastic.
Los firmantes subrayan que las amplias excepciones relativas a los denominados microplásticos biodegradables, así como los períodos transitorios excesivamente largos actualmente incluidos en la propuesta, socavarán considerablemente la capacidad de la restricción para lograr su objetivo y, por lo tanto, deben ser rechazadas.
Cerrar los vacíos legales
«Los períodos transitorios propuestos son demasiado largos, dada la urgente necesidad de detener la liberación de microplásticos en el medio ambiente», explica Elise Vitali, responsable del área de productos químicos de la Oficina Europea de Medio Ambiente. «Excluir los plásticos supuestamente biodegradables de la restricción es básicamente ‘permiso para contaminar’. Esta ley debería impedir que los microplásticos se introduzcan en el medio ambiente», añade.
Para la experta de la EEB, «si se aprueba tal como está, se podría poner en grave peligro la reputación que la UE se ha forjado como líder en la lucha contra la contaminación plástica. Los vacíos legales deben cerrarse».
Los activistas también destacan que, si bien la legislación de la UE puede ser una herramienta poderosa para frenar la contaminación por microplásticos, los productores también tienen un papel importante que desempeñar. Delphine Lévi Alvarès, coordinadora europea de Break Free From Plastic, explica: «Ya es hora de que la industria deje de utilizar las afirmaciones de biodegradabilidad para obtener exenciones y crear lagunas en las restricciones tan necesarias, ya sea en los plásticos de un solo uso o, en este caso, en los microplásticos añadidos a los productos. Si se trata de ayudar a resolver la crisis del plástico, la industria debería centrar sus esfuerzos en rediseñar y eliminar todos los microplásticos añadidos intencionadamente de los productos».