Lourdes Huerta.
Manager.
VINCES.
El pasado 4 de septiembre se publicó el primer borrador del tratado, en el que se establece que los países deben apuntar a la «prevención, reducción progresiva y eliminación de la contaminación por plásticos».
Las negociaciones sobre el tratado ONU sobre el plástico han entrado en una nueva fase. Los responsables del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP por sus siglas en inglés) han publicado el primer borrador de un nuevo instrumento internacional vinculante destinado a impulsar los esfuerzos para eliminar la contaminación por plásticos con el horizonte 2040.
Un poco de contexto
Las negociaciones del tratado arrancaron en marzo de 2022, cuando los representantes de los 175 países que participaron en la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente adoptaron la histórica resolución 5/14. Mediante la misma, se aprobó la creación de un comité intergubernamental para la elaboración del primer tratado internacional vinculante contra la contaminación por plásticos. Este pacto internacional ambiental se considera el más importante desde el Acuerdo de París de 2015.
La resolución delimita tres objetivos estratégicos para el tratado:
- Restringir el consumo y la producción de plástico a niveles sostenibles.
- Permitir una economía circular para los plásticos que proteja el medio ambiente y la salud humana.
- Lograr la gestión ambientalmente adecuada y el reciclaje de los residuos plásticos.
La ambición es completar las negociaciones antes de finales de 2024. Para ello, se estableció un calendario de 5 sesiones del Comité Internacional de Negociación (CIN):
- CIN 1 en Uruguay del 28 en noviembre de 2022
- CIN 2 en París en mayo de 2023
- CIN 3 en Kenia en noviembre de 2023
- CIN 4 en Canadá en abril de 2024
- CIN 5 En Corea del Sur entre octubre y noviembre de 2024
Los primeros pasos del proceso de negociación
La primera reunión del CIN en Uruguay reunió a 160 países y más de 400 stakeholders. Por un lado, la reunión tuvo como objetivo elegir un presidente, y adoptar las reglas de votación, cuestiones que estuvieron fuertemente politizadas. Rusia bloqueó los candidatos de la UE y de países occidentales por lo que CIN eligió a Gustavo Meza-Cuadra (Perú) como presidente y decidió que la presidencia pasaría a Ecuador después de la tercera reunión en Kenia. Además, varios países como Rusia y Estados Unidos cuestionaron el mandato de la UE para votar en nombre de todos los Estados miembros. Esta cuestión no se resolvió, y las discusiones sobre este tema continúan en proceso de negociación. Vale la pena señalar que, en ausencia de un acuerdo sobre el procedimiento de votación, las decisiones requerirían consenso y ausencia de vetos de cualquier país.
También se buscó iniciar un debate sobre el alcance, los posibles objetivos, las obligaciones generales y las medidas de control del futuro tratado. Todos los países apoyaron la implementación de disposiciones vinculantes. En cuanto al alcance también existió consenso sobre la necesidad de abarcar todo el ciclo de vida de los plásticos, aunque no se llegó a un acuerdo sobre la definición de «ciclo de vida». Las posiciones divergieron en cuanto a la estructura del futuro tratado. La coalición de países más ambiciosos liderada por Noruega y Ruanda abogó por limitar la producción de plásticos y eliminar ciertos productos y aditivos químicos. Por otro lado, importantes productores de petróleo y gas como Estados Unidos, Arabia Saudita, China y Japón favorecieron una convención marco impulsada por planes de acción nacionales, similar al Acuerdo de París.
La segunda sesión del CIN tuvo lugar del 29 de mayo al 2 de junio de 2023 en París. Concluyó con un mandato para que el presidente preparase un borrador del acuerdo antes de la próxima sesión, que se llevará a cabo en Nairobi en noviembre.
De momento, las negociaciones muestran claramente los objetivos divergentes del bloque de países que defiende la necesidad de aumentar el reciclaje frente los que proponen la reducción de la producción de plásticos y el establecimiento de límites a los productos químicos peligrosos.
Las claves del primer borrador de este nuevo tratado de la ONU
De acuerdo con el compromiso adquirido en el CIN de París, la UNEP publicó el lunes 4 de septiembre el primer borrador de tratado al que se ha denominado “tratado Zero”. El objetivo del mismo es servir de base para articular las negociaciones que tendrán lugar en las próximas tres reuniones del CIN.
El borrador establece que los países deben apuntar a la «prevención, reducción progresiva y eliminación de la contaminación por plásticos a lo largo del ciclo de vida del plástico». Para ello propone tres opciones sobre las que debatir: establecer un objetivo nacional máximo de producción de plástico para cada país; establecer un objetivo global de reducción de producción de plástico y dejar en manos de los países la elaboración de planes nacionales para contribuir a tal objetivo (de una manera similar a cómo funciona el Acuerdo de París), o establecer un objetivo global no numérico de contribución a la reducción de plástico.
En cuanto a los productos químicos y polímeros de riesgo, el tratado Zero propone de nuevo un esquema de tres opciones basadas en la prohibición de una lista de sustancias, la minimización de su uso o en un compromiso genérico para eliminar las sustancias que puedan resultar más dañinas.
También se mencionan prohibiciones globales de los plásticos de mayor riesgo que no abarcan exclusivamente productos de un solo uso sino que también incluyen aquellos con un ciclo de vida corto. Se plantean dos opciones para los mismos: establecimiento de restricciones absolutas de un listado de productos o la adopción del compromiso de limitar su producción.
Se añaden propuestas relacionadas con el impulso del ecodiseño, incluyendo medidas para reducir la cantidad de plástico empleado en los productos, de etiquetado y de introducción de materiales reciclados. También se contempla la obligatoriedad de establecer objetivos nacionales de reciclado y reutilización de plásticos.
Finalmente, se prevé el establecimiento de un nuevo órgano central para facilitar la cooperación en la implementación del tratado tan pronto como se ratifique la versión final.
¿Y ahora qué?
Las reacciones al tratado Zero no se han hecho esperar. Desde la industria petroquímica, por ejemplo, diferentes organizaciones globales ya han expresado su preocupación por la «ausencia de opciones» para acelerar la circularidad de los plásticos. Por su parte, varios grupos medioambientales han elogiado los avances que supone el borrador, pero han advertido de los riesgos de depender de la acción nacional voluntaria. Por su parte, la UNEP ha señalado que el borrador es solo un punto de partida para los diplomáticos de cara a la próxima sesión de negociación formal en noviembre en Kenia.
Cabe destacar que ninguna de las cuestiones que se incluyen en el tratado Zero son ajenas a los europeos, que venimos lidiando con medidas similares desde hace más de diez años. Por ello, y más allá de la redacción final que se acuerde, el tratado se erige como un triunfo rotundo de la política exterior de la UE. Se trata de un claro ejemplo de lo que se conoce como el «efecto Bruselas», término hace referencia al fenómeno a través del cual la UE ejerce su influencia a nivel global mediante la promulgación de normativa que no solo da forma al entorno empresarial a nivel europeo, sino que también eleva los estándares en todo el mundo. Con este tratado, la economía circular pasará a formar parte de la lista de políticas en las que la UE ha logrado influir de manera destacada junto con otros ámbitos como la protección de la privacidad de datos, la salud o seguridad del consumidor.