Con ocho mil millones de habitantes, utilizamos muchos de los recursos de la Tierra de maneras que probablemente no sean sostenibles. Una investigación demuestra que es posible ajustarse a los límites del planeta, pero ello requiere voluntad política y medidas basadas en la evidencia científica.

Un nuevo estudio analiza los límites planetarios

Nuestras pautas de consumo afectan al medio ambiente, eso lo sabemos. Un ejemplo claro es la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Desde la década de 1960 aumenta a un ritmo cada vez más rápido, lo que provoca el calentamiento global, con todas sus nefastas consecuencias. Hay un límite a la cantidad de consumo que la Tierra puede soportar, y en 2009 los científicos definieron nueve «límites planetarios» como indicadores de cuándo hemos alcanzado ese tope. Cruzarlos puede provocar daños irreversibles en la estabilidad y resiliencia de la Tierra. Estos límites planetarios incluyen indicadores como la acidificación de los océanos y el uso global de agua dulce. En 2023 ya se habrán cruzado seis de estos límites planetarios.

Klaus Hubacek, profesor de Ciencia, Tecnología y Sociedad en la Universidad de Groningen, en Países Bajos, ha dedicado su carrera académica a estudiar cómo se comporta la humanidad en relación con estos límites planetarios, y qué debe cambiar para evitar que los superemos aún más. Según él, «el cálculo básico es: dado un cierto número de personas en el planeta y los límites planetarios, ¿cuánto podemos consumir para mantenernos dentro de estos límites?».

La brecha entre ricos y pobres

En la actualidad, el 1% más rico de la población mundial produce 50 veces más gases de efecto invernadero que los 4.000 millones de personas del 50% más pobre. La división entre ricos y pobres en este planeta es un hilo conductor en el trabajo de Hubacek. Él es uno de los autores de un artículo, publicado este mes en la revista Nature, que describe esta cuestión. Utilizando un amplio conjunto de datos que abarca hasta 201 grupos de consumo en 168 países, el trabajo analiza el impacto de los patrones de gasto en seis indicadores medioambientales clave.

El análisis revela cómo los distintos comportamientos de consumo contribuyen a las transgresiones planetarias, y concluye que si el 20% de los consumidores más importantes del mundo modificaran sus hábitos de consumo hacia pautas más sostenibles dentro de su grupo, podrían reducir su impacto ambiental entre un 25% y un 53%. El estudio también muestra que el cambio de las pautas de consumo sólo en los sectores alimentario y de servicios podría ayudar a volver a situar los límites planetarios críticos dentro de unos límites seguros.

Cambiar nuestro estilo de vida

En trabajos anteriores, Hubacek investigó soluciones específicas que podrían ayudarnos a equilibrar nuestras vidas para afrontar mejor los límites planetarios. En un estudio publicado el pasado agosto, demostró que si la parte más rica del mundo adoptara una dieta con menos carne roja y más legumbres y frutos secos, las emisiones derivadas de la alimentación disminuirían un 17%, incluso cuando los habitantes de las naciones más pobres aumentaran su consumo de carne.

Y justo el mes pasado, Hubacek fue también coautor de un documento en el que se describe cómo el sector ganadero está transgrediendo peligrosamente varios de los límites planetarios. El documento sostiene que cualquier medida para contrarrestar este efecto negativo debe ser «específica para cada región»: «Obviamente, habrá diferencias. Una dieta basada en plantas no es adecuada para los nómadas mongoles tradicionales, que dependen de los yaks y su leche», dice el experto.

Hubacek sigue apuntando soluciones cuando identifica transgresiones de los límites planetarios. «Sin embargo, no deberíamos centrarnos tanto en crear nuevas soluciones técnicas, pues ya existen muchas soluciones que no aplicamos», argumenta. «Y la mayoría de los gobiernos subvencionan los malos comportamientos». Por ejemplo, las subvenciones a los combustibles fósiles en todo el mundo contrarrestan en exceso el efecto de mitigación que conseguimos mediante la tarificación del carbono, como los impuestos y los regímenes de comercio de derechos de emisión. «Y también hay muchas políticas incoherentes, como estimular el uso de bombas de calor y, al mismo tiempo, subir el precio de la electricidad que utilizan», añade.

Es posible

Lo que demuestra Hubacek es que no toda esperanza está perdida: la humanidad puede mantenerse dentro de los límites planetarios. Pero parece que hay poca voluntad política para abordar cuestiones como el cambio climático. «Esto me preocupa. Y causa verdadero temor en las generaciones más jóvenes», afirma. Hubacek subraya que su ciencia no está impulsada por el activismo. «Hago este trabajo sobre todo por mi interés académico -asegura-. Pero tampoco quiero perder el tiempo en algo que no tiene sentido. Lo que necesitamos son políticas basadas en pruebas».

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